Colan UP 2009
¡Yo no ronco!, así empezó el debate entre aquellos que no querían ver. Una combinación de colores refleja lo que mi mente envuelve entre gratos recuerdos y divagantes pensamientos.
La botella recorre la habitación, se vacía en cada parada. Es el contenedor del elixir de la verdad. El estomago ruje, solo quiere salir la flatulencia de la ebriedad contenida varios días atrás. La conversación se torna infantil. Mario finge ser inmutable más en su alma alberga la tristeza y la frustración. Es un ambiente de olvido, las paredes blancas, las ventanas abiertas, un olor a almendras, colillas de cigarrillos en el piso, vasos rotos con cerveza caliente. Andrea sale de la habitación contigua, las lágrimas caen de sus pardos y profundos ojos. Su mirada no refleja más que la desilusión de estar enamorada. Tiene los pies descalzos y el pasado desnudo. Ambos cruzan las miradas, es suficiente para que comprendan su agonía. Salen de aquella estancia con esa liquida adicción que les permite ser ellos mismos sin caretas sociales. Miran el cielo, esta estrellado, caminan despacio para dejar huellas en el camino. Un tramo largo que recorrer a la luz de la luna con la brisa del mar en el pecho, las lágrimas van cayendo en la arena. Las palabras sobran en un ambiente de ensueño donde un beso no cambio lo que ambos llevaban dentro.
La botella recorre la habitación, se vacía en cada parada. Es el contenedor del elixir de la verdad. El estomago ruje, solo quiere salir la flatulencia de la ebriedad contenida varios días atrás. La conversación se torna infantil. Mario finge ser inmutable más en su alma alberga la tristeza y la frustración. Es un ambiente de olvido, las paredes blancas, las ventanas abiertas, un olor a almendras, colillas de cigarrillos en el piso, vasos rotos con cerveza caliente. Andrea sale de la habitación contigua, las lágrimas caen de sus pardos y profundos ojos. Su mirada no refleja más que la desilusión de estar enamorada. Tiene los pies descalzos y el pasado desnudo. Ambos cruzan las miradas, es suficiente para que comprendan su agonía. Salen de aquella estancia con esa liquida adicción que les permite ser ellos mismos sin caretas sociales. Miran el cielo, esta estrellado, caminan despacio para dejar huellas en el camino. Un tramo largo que recorrer a la luz de la luna con la brisa del mar en el pecho, las lágrimas van cayendo en la arena. Las palabras sobran en un ambiente de ensueño donde un beso no cambio lo que ambos llevaban dentro.

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